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Reproches a los malos jefes

Vengan, fieras salvajes;
vengan, animales del bosque,
a devorar el rebaño;
10 porque los guardianes de mi pueblo están ciegos,
no se dan cuenta de nada.
Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar;
se pasan la vida echados y soñando;
les encanta dormir.
11 Son perros hambrientos que nunca se llenan,
son pastores que no entienden nada;
cada uno sigue su propio camino,
sólo busca sus propios intereses.

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